La tarta de fresa más rápida del mundo y una historia en la Patagonia.
Hace muchos años hicimos un viaje de Buenos Aires a Bariloche en el coche, con un par de amigos, su hijo de 5 años y nuestra hija, que tenía dos años y unos pocos meses. El itinerario incluya una parada en el medio de la Pampa, atravesando una zona desértica y, después, la llegada a los Andes, a Villa Pehuenia, en la frontera con Chile. El resto del itinerario preveía que tendríamos que bajar hacia el sur, por el camino de los siete lagos, hasta Villa La Angostura y, finalmente, llegar a la más famosa Bariloche.
Empezamos con un baúl del coche relleno de pañales para la beba porque en todas las millas en el medio de la pampa del desierto no hay nadie, solo unos pocos de puercoespín, vacas, caballos y gauchos. Confirmo los gauchos existen, están todavía allí.
Un viaje lento y solitario, donde la naturaleza es de una majestad y grandeza como para sugerir que realmente hay un generador, un Dios que tiene grandes cosas en mente para este planeta. Vimos volcanes y lagos celestes, caballos salvajes que corrían libres, cielos infinitos.
Y también nos cansamos, por supuesto: horas y horas de conducción, casi a paso de tortuga en caminos ripios, andinos y con enormes distancias. Teníamos los ojos llenos de fascinación y concentración.
En una de las paradas hasta Bariloche nos encontramos con el lago Espejo, donde había un viejo hotel en perfecto estilo bávaro que daba a un jardín enorme que se deslizaba suavemente hacia el lago.
Después de muchas horas de coche, nuestra pequeña beba podía finalmente correr, rodar en la hierba, jugar, saltar.
Nosotros, los adultos, nos regeneramos con té y pasteles, y parecía que se hubiesen abiertos los portales estelares y era como estar en otro lugar y en otro siglo. El ambiente era maravilloso, pero un poco inquietante, era como si en cualquier momento podía llegar la Hitler Jugend. Quizás porque en nuestra imaginación la Patagonia y América del Sur son el refugio de nazis que se escaparon del juicio de los hombres y de la historia.
Aparte de esta sensación de estar por un momento en una película de espías del año ’40, el ambiente era relajante y bucólico,
Hasta que vi a mi hija agacharse y recoger algo del suelo y ponerla en la boca.
En un instante llegó el instinto felino de los padres que ven el cachorro en peligro y corrimos como olimpionicos hacía ella.
Pero ella nos miró con una sonrisa beatífica, los labios manchados de rojo y las manos llenas de fresas silvestres. Las fresas silvestres mejores del mundo, del entero universo.
¡Y había muchísimas! Al final todos nosotros estábamos rodando en el pasto en busca de las fresas silvestres mas ricas del universo.
Después de tantos años estamos en Milán y esta primavera he visto muy pocas fresas silvestres, encerradas en cestas de plástico sofocante, así que nos conformamos con las fresas comunes, unas muy bonitas fresas italianas.
Os propongo en una receta inteligente, muy simple de hacer que pero dejará todos boquiabiertos.
ngredientes básicos para esta tarta de fresa y mascarpone son: una base sin gluten lista, el queso mascarpone, el azúcar y las fresas.
- Un paquete de masa de hojaldre Schär
- 400 g de mascarpone
- 350 g de fresas
- 60 g de azúcar
- unas gotas de extracto de vainilla pura
- Descongelar la masa y extenderla en una sartén de 20-22 cm de diámetro, o en un molde para hornear cuadrado de 20 cm por lado, no retire el papel de pergamino.
- Precalentar el horno a 180 grados.
- Pinchar la base de la masa con un tenedor, y luego, y cubrir con pesos: judías o garbanzos.
- Hornear la masa durante 10 minutos, luego retirar el peso y cocinar por otros 10 minutos hasta que la base esté bien cocida, dejar enfriar y luego desmoldar.
- Mientras tanto lavar las fresas y cortarlas por la mitad.
- Preparar la crema mezclando el queso mascarpone con el azúcar y la esencia de vainilla.
- Extender la crema mascarpane sobre la base y distibuir arriba las fresas.
- Si no se come de inmediato la tarta, guárdela en el refrigerador, cubierto con papel pergamino y saquela por lo menos diez minutos antes de servir.
Aquí está la receta:
https://www.glu-fri.com/it/mascarpone-fatto-in-casa/
Una versión un poquito que lleva un poco más de tiempo prevee que hagan la masa. Normalmente preparo la masa quebrada y la congelo, ya bien extendita y envuelta en papel manteca. Si tienen la masa congelada la receta es la de arriba.
Hago esta tarta mientras preparo la cena, sin complicaciones técnicas y sin pensamientos, pero sabiendo que habrá un postre memorable y dulce ..
Os dejo la receta de la masa quebrada:
Ingredientes:
200 g de harina libre de gluten (MIX C Shär)
100 g de mantequilla
80 g de azúcar
1 huevo
unas gotas de extracto de vainilla pura
Si se prepara la masa con la mano: formar una corona en centro poner la mantequilla en trozos y mezclar hasta obtener una mezcla de arena, añadir el huevo ligeramente batido y la vainilla, mezclar rápidamente los ingredientes.
Si es necesario añadir un poco de agua, muy poco, con cucharillas y formar una bola compacta.
Cubrirla con una envoltura de plástico y dejar reposar en el refrigerador durante por lo menos media hora.
Si utiliza una procesadora primero mezcle la mantequilla, el azúcar, la vainilla y el huevo y luego añadir la harina sin gluten y formar una masa firme.
Estirar la masa directamente sobre papel de horno con un rodillo enharinadi , con cuidado de no excederse con el harina, de lo contrario hay unos cambios de textura. Enrollar la masa, asegurándose de que el papel de horno que cubre perfectamente la masa.
Congelar la masa para hacer postres rapidisimos como esta tarta de fresas y mascarpone!
PD: Este post tiene un sponsor es el Dr. Schär.
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